viernes, 4 de abril de 2008

La Última Sesión

La sesión de fotos que Bert Stern realizó a Norma Jean antes de su muerte en el hotel Bel-Air de Los Angeles es mundialmente conocida y las imágenes han llegado a convertirse en verdaderos iconos de lo que un día significó el personaje de Marilyn Monroe para la industria hollywoodiense. Para mí el concepto artístico y profesional de las más de 2700 instantaneas es eclipsado totalmente por la mezcla de sentimientos que éstas transmiten al observarlas con detenimiento.A lo largo de los años hemos estado expuestos a millones de documentos gráficos en los que podíamos observar a una Marilyn Monroe deslumbrante, que brillaba por sí misma a pesar del desequilibrio interior que sufría. Pero en "la última sesión", bajo la capa de glamour y artificio de tintes rubios del personaje, podemos descubrir por primera vez a la verdadera Norma Jean Baker. A traves de sus gestos y, sobre todo, su mirada desorientada y cansada, vislumbramos el declive de una superestrella, la humanidad de una diosa encumbrada por sus propios deslices durante los que fueron, sin saberlo, sus ultimos días. A pesar de la decadencia externa que se transmite y de sus propias inseguridades en forma de cicatriz, nunca he visto fotografías que mostraran una Marilyn más bella que la que aquí aparece. Creo que este es el motivo por el cual valoro tanto estas imagenes e intento ver más allá de lo que a primera vista signicaron. Porque el mito de la ambición rubia también fue humano en una ocasión.

"Era asustadiza e insegura de si misma. Llegaba siempre tarde a los rodajes y confiaba demasiado en la bondad de la gente. Lo único que tuvieron que enseñarle en su vida fue a caminar, todo lo demás lo aprendió por si misma. Y es duro tener que demostrar que tienes talento cuando en realidad sabes que no vales nada. Se encontraba cómoda siendo odiada por las mujeres y adorada por los hombres y para ella era más importante estar maravillosa que vender su alma por 50 centavos. No quería que la admiraran, en realidad solo buscaba que la quisieran. Sabia que pertenecía al público no por su belleza o su talento, sino porque nunca antes había pertenecido a nadie. Deseaba casarse, encontrar a alguien que la respaldara y cuidara para siempre y, en cierto modo, logro conseguirlo. Porque más de 40 años después de su muerte, su público sigue creyendo en ella. En la ambición rubia que, aunque cueste creerlo, alguna vez fue de carne y hueso"

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